sábado, 28 de marzo de 2009

Los amores oscuros de Federico

El célebre hispanista Ian Gibson, biógrafo por excelencia de Federico García Lorca (1898-1936), acaba de lanzar al mercado su nuevo ensayo: “Lorca y el mundo gay”. Este libro supone un enfoque más íntimo de la vida amorosa del poeta, un hombre que tuvo que aceptar su propia homosexualidad en una época en la que ser homosexual no estaba bien visto. Para Gibson, esta faceta de Lorca es esencial para la comprensión de su obra poética y dramática. “Lorca y el mundo gay” hace un repaso por todos los amores que tuvieron un hueco en el corazón y en los versos del poeta, además de revelarnos un descubrimiento reciente: la identidad de su primera novia. Y es que no todos los amores de Lorca fueron homosexuales.

El primer amor de Federico se llamaba María Luisa Natera y tenía los ojos azules, como bien recuerda el poeta en su “Madrigal triste de ojos azules”: ... pero que sin mirarlos dan la muerte / con el puñal azul de su recuerdo. Solo era una niña de quince años (tres menos que el poeta) cuando se conocieron en el balneario de Lanjarón. La muchacha pertenecía a una de las familias más poderosas de Granada y, a pesar de admirar su encanto personal, nunca llegó a corresponderle en sentimientos; le veía demasiado afeminado. Se convirtió en un amor imposible para Lorca, una experiencia que impregnaría de tristeza sus poemas de juvenilia y que le dejaría traumatizado para siempre.


María Luisa Natera, archivo Familia Hitos Natera


Algo más tarde, el nombre de María Luisa se repetiría como una maldición en el corazón del poeta. Se trataba esta vez de María Luisa Egea, unos años mayor que Federico y hermana de un amigo de éste, Juan de Dios Egea. Se convirtió en otro amor imposible, ya que la joven jamás le correspondió, y Lorca la describió como muy fría. A ella va dedicada la poesía “Cigarra”, recogida en su juvenil “Libro de poemas” (1921). Su marcha de Granada dejó al poeta sumido en una profunda melancolía.

Cuando Lorca se trasladó en Madrid para cursar sus estudios universitarios, fue admitido en la famosa Residencia de Estudiantes, dirigida por Alberto Jiménez Fraud. Allí conoció al que se convertiría en su gran amor y perenne obsesión: el pintor surrealista Salvador Dalí. Este era por entonces un muchacho tímido y retraído que descubrió en Lorca una fuente de inspiración para su pintura. Ambos vivieron una intensa relación de amistad-amor que terminó cuando pronto debido a que Dalí no fue capaz de asumir su propia homosexualidad. Pero ninguno de los dos se olvidaría nunca.


Salvador Dalí y Federico García Lorca, 1927,

Archivo Huerta de San Vicente

El siguiente en la lista de amores del poeta fue el joven escultor Emilio Aladrén, con fama de guapo y simpático, que hasta entonces había mantenido una relación con Maruja Mallo, la célebre pintora de la Escuela de Vallecas. Aladrén no era homosexual, como bien demostró al contraer matrimonio con la inglesa Eleanor Dove, después de abandonar a Lorca y dejarle sumido en una profunda depresión que le llevó al borde del suicidio. Aladrén se había aprovechado del famoso poeta para darse a conocer entre los peces gordos del arte.



Emilio Aladrén y Federico García Lorca, autógrafo,

Archivo Huerta de San Vicente


El último gran amor de Federico fue un estudiante de ingeniería y militante del PSOE llamado Rafael Rodríguez Rapún, nacido en 1912. El muchacho se unió a la famosa compañía teatral ambulante dirigida por Lorca, “La Barraca”, y el poeta enseguida lo nombró su secretario personal. Se dice que Rodríguez Rapún no era homosexual, pero se encontró absolutamente enamorado de Lorca, posibilitando esa relación de amor duradera que Federico buscó durante toda su vida. Sin embargo, el asesinato de Lorca en 1936 por los falangistas granadinos acabó con el idilio. Y Rodríguez Rapún se suicidó justo un año después en el frente, mientras luchaba en el bando republicano. Fue el súbito fin del amor que siempre persiguieron los versos del poeta.


Federico García Lorca y Rafael Rodríguez Rapún, 1935,



Archivo Huerta de San Vicente



Datos del libro:

GIBSON, Ian: Lorca y el mundo gay, Ed. Planeta, Barcelona, 2009-03-28. Diseño de cubierta:



Artículos relacionados:

La novia de Lorca y otros amores (El País)
Ian Gibson presenta “Lorca y el mundo gay” (Videonoticia RTVE)

martes, 17 de marzo de 2009

Francisco Ayala, escritor independiente


Francisco Ayala ayer en la Biblioteca Nacional.
Foto: Juanjo Fernández

Se dice que con la muerte de Pepín Bello el 11 de enero del año pasado, a los 103 años, murió el último miembro de la Generación del 27. En sentido estricto, esto no es así, pues ayer, 16 de marzo de 2009, cumplía también 103 años el escritor Francisco Ayala. Para conmemorarlo, el Ministerio de Cultura le dedicó un homenaje en la Biblioteca Nacional. Allí, rodeado de destacadas personalidades del mundo de las letras, Francisco Ayala agradeció con mucha emoción haberle consentido seguir adelante y cumplir durante todos estos años lo que creía que era su obligación de hombre y de ciudadano. Se habló sobre todo del secreto de su envidiable vitalidad, que el Ministro de Cultura identifica con su rotundo compromiso ético con el mundo y con su tiempo, y el propio Ayala lo achaca al consumo diario de miel y whisky. Sea como sea, el escritor está muy animado y adaptado a los nuevos tiempos, como demuestra su perfil en Facebook, la célebre red social.

Francisco Ayala nació el 16 de marzo de 1906 en Granada, solo un año más tarde del que se considera benjamín de la Generación del 27, el poeta Manuel Altolaguirre. Publicó su primer libro, “Tragicomedia de un hombre sin espíritu” en 1925, el mismo año que salieron a la luz “Tiempo” de Emilio Prados y “Marinero en tierra” de Rafael Alberti. De hecho, en su ensayo “Generación de 1925” Luis Cernuda sitúa esta fecha como un término medio en la aparición de los primeros libros de los que serían conocidos como la Generación del 27 –aunque haya críticos como Cernuda que prefieran llamarla “Generación del 25”. Así pues, Ayala es contemporáneo a estos autores y publicó su primer libro en una fecha clave. Todo lo situaría como un miembro más de esta generación. Sin embargo, la crítica pocas veces lo incluye dentro de ésta, y lo define como un escritor inclasificable. ¿Cuáles podrían ser las razones?


Juan Vida: Retrato de Francisco Ayala (2000)

Lo primero que podríamos pensar es que Francisco Ayala ha sido, ante todo, escritor de ensayo y, especialmente, de prosa; en una época en la que la poesía había alcanzado su auge con autores como García Lorca o Alberti. Hablar de la Generación del 27 es casi hablar de poesía. Pero muchos de sus integrantes no fueron poetas y se decantaron por la pintura (Salvador Dalí), el cine (Luis Buñuel) o el teatro, como es el caso del popular torero Ignacio Sánchez Mejías. El propio Pepín Bello no publicó nada más que un poema en toda su vida, y aun así se considera integrante clave de la Generación. El secreto, claro está, reside en la estrecha relación que mantuvo con Federico García Lorca, Luis Buñuel y Salvador Dalí en la Residencia de Estudiantes de Madrid.

¿A qué se debe, por tanto, este olvido de la crítica hacia Ayala? Su personalidad juega un papel más importante del que creemos. Ayala reconoció en su célebre entrevista con Iñaki Gabilondo que nunca ha sido gregario. Esta necesidad de independencia le impidió establecer un contacto más estrecho con los miembros de la que debería haber sido su generación. Ayala no solía acudir a las famosas tertulias en casa del diplomático Carlos Morla Lynch, ni a las de Vicente Aleixandre. Al volver a España a comienzos de la Guerra Civil –la guerra le había sorprendido en Berlín- apoyó al bando republicano, pero no ingresó en la célebre Alianza de Intelectuales Antifascistas, presidida por José Bergamín y de la que formaron parte la mayoría de personalidades culturales fieles a la República (Rafael Alberti, Miguel Hernández, Luis Cernuda, María Zambrano, Luis Buñuel, Rodolfo Halffter…). Después del triunfo del bando franquista, Ayala partió al exilio (Buenos Aires, Puerto Rico, EE.UU…) y actualmente confiesa que si tuviera que decir recuerdos hermosos de su vida estarían allí. Para él, la patria de cada escritor es su propia lengua, y a lo largo de su vida él no ha dejado de escribir. En 2006 ha publicado, con motivo de su primer centenario, la edición definitiva de sus memorias: “Recuerdos y olvidos”. En ella, describe con magistral brillantez su vida desde los años españoles hasta el exilio, y posteriormente el regreso a su país, demostrándonos que, a pesar de no ser considerado por muchos un miembro más de la Generación del 27, hoy se ha convertido en uno de los pocos testigos vivos de aquella maravillosa e irrepetible Edad de Plata de la cultura española.



Francisco Ayala en el Café Gijón, 1930. Foto: La Gaceta Literaria



Artículos relacionados:


“Tengo una memoria de segunda mano” (El País)
Ayala, 103 años y con perfil en Facebook (El País)
Francisco Ayala: “Quiero estar en el mundo de hoy, no en el de hace cincuenta años” (El Mundo)

jueves, 12 de marzo de 2009

La misteriosa desaparición de Hernández


Comienzos del siglo XXI, año 2009. Los best-sellers monopolizan el mercador literario: primero fueron los derivados de “El Señor de los Anillos”, seguidos por los cientos de últimos catones, últimos merovingios y demás historias de sectas que alcanzaron la popularidad gracias al éxito de “El código Da Vinci”, de Dan Brown, autor de best-sellers por antonomasia. Últimamente, la saga “Crepúsculo”, de Stephenie Meyer, encabeza la lista de los libros más vendidos en numerosos países, y este éxito se ha visto potenciado desde que se estrenó la película basada en la novela. Pilas y pilas de ejemplares de “Crepúsculo” y su continuación, “Eclipse”, ocupan las estanterías de las librerías madrileñas más populares.

Nos desplazamos al Fnac de Preciados, sección de libros. En la situación literaria actual, no son muchos los que se acercan a la olvidada estantería de Poesía. Sin embargo, siempre quedan algunos nostálgicos. Yo soy una de ellos. Los libros están ordenados según el apellido del autor, y busco por la H. No puedo ocultar mi estupefacción al descubrir que el nombre de Miguel Hernández no figura en la estantería. Tampoco hay ningún libro suyo. Tengo que dirigirme a la sección de Poesía de bolsillo para lograr dar con un ejemplar de “El rayo que no cesa”, la temprana obra del poeta, de carácter modernista. Pero no es lo que ando buscando. No, yo busco un ejemplar de Poesía completa, pero resulta obvio que en el Fnac no existe.

En la Casa del Libro tampoco tengo suerte. Por lo menos, aquí sí aparece el nombre de Hernández en la estantería de Poesía, pero lo máximo que se puede obtener son ejemplares de bolsillo de “El rayo que no cesa”, “El hombre acecha” y “Cancionero y romancero de ausencias”. Ni rastro de una recopilación de su poesía completa. Al tratar de encargarlo, me informan de que no existen demasiados libros del autor, y menos aún de toda su obra poética.



"Miguel Hernández, Obra escogida", Ed. Aguilar,
México, 1962. Foto: Marina Casado

No me rindo y decido agotar la última posibilidad acudiendo al mercado de libros de segunda mano de la Cuesta de Moyano, donde por lo general se encuentran las más raras joyas literarias –por desgracia, a elevados precios, la cultura se paga. Sin embargo, me desengañan rápidamente: no poseen ningún ejemplar de poesías completas de Hernández. Para no quedarme con el amargo sabor de la frustración, compro una antología bastante completa de la editorial Aguilar que data de 1962. Es lo mejor que he podido encontrar.

Después de esta odisea, no puedo evitar formularme una pregunta: ¿Qué ha sido de Miguel Hernández, uno de los poetas más importantes de la Literatura española? ¿A qué se debe el vacío que ocupa el lugar de las estanterías donde debería figurar su nombre? ¿Y qué razón existe para la inexplicable inexistencia de una obra que recopile su poesía completa? No es la primera vez que me pasa algo así buscando obras de poetas: es difícil encontrar incluso una del mismísimo García Lorca. Pero en el caso de Miguel Hernández todo se exagera de manera grotesca, hasta el punto de no figurar su nombre en las secciones de poesía. ¿Por qué no se editan sus obras? Quizá existan problemas con sus herederos –como ocurre en el caso de la obra de Alberti-, o tal vez se deba a una paulatina indiferencia hacia su poesía, lo cual sería un motivo más que suficiente de preocupación. En todo caso, para el público en general, Miguel Hernández cada vez parece más cerca de ese misterioso lugar descrito por su contemporáneo, Luis Cernuda: Allá, allá lejos; donde habite el olvido.

Fotografía: El poeta en la sierra oriolana. Revista Caballo Verde para la poesía, 1935.

viernes, 6 de marzo de 2009

Salen a la venta las poesías completas de José Bergamín


Ya está disponible en las librerías el primer tomo de la obra poética completa de José Bergamín bajo el título “Poesías Completas I”. Este primer tomo recogerá todos sus libros de poesía publicados entre 1962 (“Rimas y sonetos rezagados”) y 1984 (“Hora última”), junto a una introducción del hispanista Nigel Dennis, responsable de la edición, la cual corre a cargo de la editorial Pre-Textos y la Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales (SECC), bajo la coordinación del Ministerio de Cultura. Es la primera vez que la obra en verso completa de José Bergamín verá la luz.

A “Poesías Completas I” le seguirá próximamente un segundo tomo que recogerá poesías inéditas del autor y todas las que publicó en revistas y periódicos a lo largo de su vida.

José Bergamín Gutiérrez (1897-1983) fue un escritor madrileño, miembro de la llamada Generación del 27 –parte de la crítica no está de acuerdo con esta denominación. Poeta, ensayista, dramaturgo, editor, aforista y crítico, no se dejó encasillar en ningún movimiento literario de la época, presentando numerosas facetas que se complementan. Apasionado de la tauromaquia, trabajó en una “Enciclopedia taurina” en la que colaboró el propio Miguel Hernández, recién llegado a Madrid.

Portada del primer número de la revista "Cruz y Raya"


Combinando sus ideas comunistas y republicanas con un fervoroso catolicismo, Bergamín fundó en 1933 la revista literaria “Cruz y Raya –revista de la afirmación y la negación”, que dirigió hasta su desaparición a comienzos de la Guerra Civil. La revista llegó a ser una de las más célebres del período de la Edad de Plata española, colaborando en ella numerosos miembros de la Generación del 27. Durante la Guerra Civil, Bergamín presidió la Alianza de Intelectuales Antifascistas, que tuvo su sede en el Palacio de los Heredia-Spínola, de la que también formaron parte destacados personajes como Rafael Alberti –a quien sugirió el nombre de “Cal y canto” para su famosa obra de 1929-, Luis Cernuda, María Teresa León, Luis Buñuel o María Zambrano. Colaboró en la mayoría de empresas culturales de la contienda, como las revistas “El Mono Azul” –fundada por Alberti-, “Hora de España” y “Cuadernos de Madrid”.




Rafael Alberti, José Bergamín (sentado) y Manuel Altolaguirre durante la Guerra Civil. Fotografía: Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes



Tras el triunfo franquista en España, partió al exilio –México, Venezuela, Uruguay, Francia-, donde siguió trabajando en revistas y fundó la Editorial Séneca. En 1970 regresó a Madrid, donde comenzó a publicar por vez primera poemarios con las poesías escritas a lo largo de su vida. Con la llegada de la democracia, se hizo disidente político al no estar de acuerdo con el proceso de la Transición, pues consideraba que la monarquía era algo absolutamente improcedente en nuestro país. Incluso llegó a publicar un manifiesto titulado “Error monarquía”, y a decir aquello de Mi mundo no es de este reino.

* Fotografía del comienzo: Portada de "Poesía Completa I", editorial Pre-Textos.

Recursos:

Bergamín, poeta al completo (El País)

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