domingo, 30 de junio de 2013

El misterio de los restos de García Lorca


El barranco de Víznar, Granada


Comienza el día con la noticia de que la Junta de Andalucía ha iniciado los trabajos de localización y delimitación de las fosas comunes del barranco de Víznar, en Granada. Allí, entre otros 2000 cuerpos, podrían encontrarse los restos de Federico García Lorca, fusilado al comienzo de la Guerra Civil.

Lorca fue enterrado junto a tres personas más: Dióscoro Galindo, el “maestro cojo” de Pulianas, y dos banderilleros cenetistas: Francisco Galadí y Joaquín Arcollas.  

Hasta 2009, se sostuvo la tesis del investigador y biógrafo lorquiano más importante, Ian Gibson, según la cual Lorca estaba enterrado en Fuente Grande, un paraje perteneciente al municipio de Alfacar. La hipótesis se sostenía por el testimonio de Manuel Castilla, “Manolo el Comunista”, encargado aquella madrugada de enterrar los cuerpos de los cuatro asesinados. El Comunista guió a Gibson –y antes que a él, al también investigador Agustín Penón- hasta el olivo bajo el cual supuestamente se encontrarían los restos. Gibson plasmó sus investigaciones en su biografía sobre Lorca en el año 1987, cuya última reedición se ha elaborado en 2011, bajo el título Federico García Lorca.

La Colonia, lugar donde Lorca pasó sus últimas horas de vida


En 2009, amparadas por la Ley de Memoria histórica aprobada por el Gobierno de Zapatero, comenzaron las excavaciones en el lugar concreto indicado por Gibson. Y comenzaron a pesar de la fuerte oposición de los herederos de Lorca, encabezados por su sobrina Laura García-Lorca, hija de Francisco García Lorca y Laura de los Ríos y directora de la Fundación García Lorca. El siguiente extracto corresponde a una entrevista realizada por el diario Ideal de Granada a Laura García-Lorca en 2008:

-Ustedes se oponen a la exhumación de los restos del autor.

-Respeto, protección y ordenación del lugar. Hay que añadir los nombres de los muertos que están ahí, acotar el lugar y tratarlo como un cementerio.
-Pero las familias de dos de los asesinados con Lorca han pedido recuperar los cuerpos.
-Me parece muy respetable, pero me gustaría pedirles que pensaran en la posibilidad de tomar ese lugar como tumbas de todos y recuerdo de las circunstancias en que murieron, y recordarles con sus nombres y no singularizarlos a los unos de los otros. Me parece muy violento lo de la exhumación porque tuve que exhumar los restos de Hermenegildo de los Ríos, y es muy desagradable. Tampoco hay seguridad de que estén enterrados en un lugar concreto y exhumar los cuerpos sería una manera de desvirtuar la historia; y ya no serían víctimas del mismo crimen si se les individualiza. El parque de Alfacar es un lugar histórico al que se puede ir a honrar a todos los muertos, y ahí están todos.


Poco antes de comenzar las excavaciones, se publicó un ensayo de Gabriel Pozo titulado Lorca, el último paseo, que pronosticaba que no se iban a obtener resultados, porque el cuerpo del poeta no se encontraba allí. La tesis de Pozo estaba basada en una entrevista a la actriz Emma Pennella, hija de Ramón Ruiz Alonso, el hombre que detuvo a García Lorca cuando este se escondía en la casa de su amigo falangista, el también poeta Luis Rosales. Ruiz Alonso fue el causante más directo del asesinato de Lorca. Según declaró Pennella, su padre fue informado de que el cuerpo del poeta había sido trasladado del lugar de enterramiento original ante las críticas que estaba recibiendo Franco. Pozo aseguraba en su tesis que, de cualquier forma, Lorca no fue enterrado en el lugar indicado por Manolo el Comunista, y que su testimonio no resultaba válido. Laura García-Lorca apoyó el argumento; algo curioso, si además tenemos en cuenta el momento en que se publicó el libro, justo antes de comenzar las excavaciones.

Laura García-Lorca, sobrina de Federico


Pozo sostenía también que el motivo por el que Lorca fue asesinado no lo constituía la homosexualidad o su apoyo al Frente Popular, sino viejas rencillas de familias granadinas. Argumento al que se sumaron los herederos lorquianos –no olvidemos que, en la biografía sobre su hermano, Francisco García Lorca no hace ninguna alusión a la condición homosexual de Federico, y que Laura siempre ha insistido en su apoliticismo. El historiador Miguel Caballero también comparte esta visión, como demostró en Las últimas trece horas en la vida de García Lorca (2011).

Finalmente, concluyeron las excavaciones de 2009 sin haber hallado a Federico ni a ninguna de las otras personas que fueron enterradas con él. La tesis de Gibson se había desmoronado aparentemente. Y a partir de ese momento, se sucedieron las hipótesis variadas sobre el paradero de los restos del poeta, como la de Miguel Caballero, que aseguró en su libro que fue enterrado en una finca privada.

Por su parte, Ian Gibson publicó La fosa de Lorca: crónica de un despropósito, donde criticó la forma errónea de llevar a cabo las excavaciones y el hecho de que no se le hubiera consultado, insistiendo en que el Comunista no señaló un lugar concreto –bajo el olivo-, sino un área más o menos extensa que no fue registrada del todo. Gibson se distanció de la familia de Lorca desde que empezó a señalar la necesidad de investigar su paradero, y ahondó en el tema de la homosexualidad. El hispanista ha mostrado su sorpresa ante el hecho de que la familia al completo se oponga a las investigaciones.

El hispanista Ian Gibson


Hay un rumor, dice Gibson, según el cual Franco negoció con la familia de Lorca en los años 50, pudiendo ofrecerles los restos del poeta. Laura García-Lorca siempre lo ha negado, pero esta hipótesis podría no ser tan descabellada si atendemos a la fiereza con que la familia se empeña en no investigar.

En mi opinión, los herederos de Lorca ocultan algo, el motivo que les conduce a no apoyar las investigaciones, se trate o no del cuerpo del poeta. Y la razón por la que decidieran no hacerlo público podría estar relacionada con esas supuestas conversaciones con Franco –que no ofrecería una buena imagen de ellos-, o con alguna ilegalidad cometida. Estoy casi segura de que la familia conoce el paradero del cuerpo, y por algún motivo no quiere hablar.

En todo caso, las excavaciones iniciadas hoy en el barranco de Víznar no tienen el objetivo concreto de hallar los restos lorquianos, sino de exhumar a las 2000 personas que se calcula que pueden estar allí enterradas, para darles una sepultura digna. Esto es necesario en un país que ha sufrido 40 años de dictadura, en el que las heridas aún no se han cerrado y los responsables de los crímenes no han sido condenados. Es un deber para con la memoria de esas víctimas, se llamen o no Federico García Lorca. 


ENLACES DE INTERÉS:




miércoles, 5 de junio de 2013

"Postureo" lorquiano




Federico García Lorca nació en Fuentevaqueros, un pueblecito de la vega de Granada, el 5 de junio de 1898. Hace hoy exactamente 115 años. Se trata de una cifra demasiado redonda como para no dedicarle una entrada –y de paso, desempolvar un poco esto-; pero he de confesar que no me hubiera acordado si no hubiera visto una auténtica avalancha en Twitter con frases y fotos del poeta. Reproduzco la secuencia de pensamientos que han tenido lugar en mi cabeza:

1) ¡Qué maravilla! Por un día, es tendencia en Twitter “Federico García Lorca” y no cualquiera de los zangandungos de Gran Hermano

2) Pero, por otra parte… Qué lástima que Lorca comparta espacio con todos esos petimetres, como uno más… Visto así, es una forma de banalizarlo.

3) ¿Cómo se ha podido enterar toda esta gente, la mayoría de los cuales no ha leído un libro de Lorca en su vida, y se me ha podido pasar por alto a mí, que me declaro lorquiana hasta la médula?

La respuesta ha llegado inmediatamente, precisa como una saeta:




Google, por supuesto.

Google y sus originales doodles que homenajean aniversarios de nacimientos, de muertes… Hay que reconocerle la gracia al de hoy. Eso sí, no creo que todo el mundo se haya percatado de que la imagen es un guiño de la obra lorquiana Bodas de sangre. ¿Para qué tantos detalles? El gentío ha visto el doodle de hoy, y se ha apresurado a tuitear frases, poemas y fotografías. ¡Y qué lorquianos nos volvemos todos de pronto! ¡Qué maravilla! Eso sí, de tuitear a leer una obra del granadino… Eso ya es mucho para el cuerpo, ¿no?

Postureo, lo llaman en el lenguaje de Twitter. Aunque dicha palabra no está registrada aún en los diccionarios, la página Wikilengua la define así:

El término “postureo” es un neologismo acuñado recientemente y usado especialmente en el contexto de la redes sociales y las nuevas tecnologías, para expresar formas de comportamiento y de pose, más por imagen o por las apariencias que por una verdadera motivación.

Que es exactamente lo que está ocurriendo hoy con Lorca. O lo que ocurrió hace un mes con la exposición de Salvador Dalí en el Reina Sofía. De repente, la sociedad se volvió profundamente daliniana, aunque muchos no supiesen ni situar al pintor en una época determinada. Pero nos sentimos cultísimos hablando de Lorca o de Dalí, ¡y lo bien que queda!



Federico, siempre con ese humor chispeante, se partiría de risa ante esta situación. También le gustaría, porque era muy presumido y le encantaba sentirse el centro de atención. Pero después, cuando no lo viesen, se reiría de todos ellos y de su absurdo postureo.

Para Lorca no era tan importante el cumpleaños –me hubiera perdonado que se me olvidara-, porque antiguamente, en regiones como Andalucía y Extremadura, se celebraban mucho más los santos. San Federico se celebra el 18 de julio –y éste me lo sé porque Santa Marina es el mismo día-, y los García Lorca se reunían cada año con este motivo en la Huerta de San Vicente, su casa de Granada.



Cumplir años no era algo que le apasionase especialmente a Lorca. Más si sabemos que él siempre gustaba de quitarse dos, afirmando que había nacido en 1900 y no en 1898, tal vez por el significado que entraña esta fecha. 1898 fue el año en que España perdió las últimas colonias, tras lo cual se extendió un profundo pesimismo nacional, en cuyas aguas nacería la Generación del 98 –o de fin de siglo, como se viene llamando ahora-, que es la inmediatamente anterior a la de Lorca. En los tiempos de Lorca y de su generación, la del 27; la Generación del 98 era contemplada a menudo como demodé. Y quizá a Federico no le hacía ninguna gracia que lo relacionasen directamente con esa fecha.

Se cumplen hoy 115 años de su nacimiento, pero él sólo vivió 38. Sus asesinos se encargaron de cortar de un tajo una brillantísima carrera que comenzaba a entrar en su etapa de madurez.

¿Qué podría haber escrito aún Lorca? ¿Qué nuevos descubrimientos literarios nos aguardaban? Murió con una obra teatral inacabada, cuyo manuscrito se haya perdido, y del que únicamente sabemos –por cartas del propio Federico- su título: La fuerza de la sangre. Él mismo afirmaba que iba a suponer una auténtica revolución.

Condenemos este crimen. Admiremos a García Lorca. Reivindiquemos su memoria, las investigaciones para lograr que sus restos tengan un mejor reposo que una cuneta. Leamos su obra, asombrémonos con su filosofía oscura y vitalista. Desangrémonos con sus poemas…

Que no se quede todo en un postureo en Twitter por el 115º aniversario de su nacimiento.

Ante esta situación, quisiera rescatar una frase del propio Lorca que, en mi opinión, resume también mi pensamiento:



martes, 8 de enero de 2013

Retornos del Espejo

Tocaba ya escribir una entrada para estrenar el año nuevo. Y qué mejor forma de empezar el nuevo que recordando aquel diciembre del pasado, en el que tuvo lugar mi segundo recital poético…


Debo la publicación de esta reseña a Guillermo Pescador, de la estupenda revista cultural Iberarte.

Lo cierto es que este segundo recital fue tan emocionante para mí como el primero, aquel que tuviese lugar en mayo de 2012, y ahí estuvieron, fieles, los nervios escénicos… Sin embargo, puedo afirmar que, finalmente, todo salió a la perfección, y esto fue en gran parte gracias al apoyo y a la ayuda de Sonia Villarroel, una profesional en todo este mundo de escenarios y puestas en escena. Sonia me ayudó no solo a la organización del evento –para que fuera algo más que un simple recitado de poemas-, sino también a recitar mis propios poemas sin aburrir al personal –los poetas nunca hemos sido muy hábiles recitando lo propio, y si no, qué se lo digan a Cernuda…-, a elegir la “banda sonora” y hasta en el propio escenario, interviniendo en la segunda parte del recital, prestando su voz al Sombrero Loco de mis poemas.

Quiero también agradecer al genial actor Emilio Linder su participación y su apoyo en esta segunda parte del recital… Porque el Jim Morrison de Retornos del Espejo no hubiera sido lo mismo sin su voz, sin su persona. No olvidaré la emoción del público cuando él se levantó de su mesa, haciendo brillar aquellos versos que yo había escrito.

Y a Antonino Nieto, poeta experimentado que no dudó a la hora de prestar su ayuda a una poeta principiante como yo –es maravilloso y raro encontrar escritores con experiencia que ayuden a los más jóvenes de forma tan desinteresada y amable-, recitando una de mis poesías, con esa vena dramática que hizo temblar el escenario.

También a David Felipe Arranz, periodista y amigo cuya profesionalidad y saber hacer nadie podría poner en duda. A su cargo corrió la presentación de este segundo recital, después de habernos conmovido ya en el primero, el que se celebró en el mítico café Libertad 8. Y de nuevo, volvió a dejarnos sin palabras.

Fue un honor para una principiante como yo contar con la ayuda de todos ellos, grandes profesionales. Os debo gran parte de mi éxito. Gracias de corazón.








viernes, 21 de septiembre de 2012

Solo frente a la sombra del tiempo


Luis Cernuda en el Paseo Colón de Sevilla, 1934


Aprovechando que hoy, 21 de septiembre, se cumplen 110 años del nacimiento de Luis Cernuda, me gustaría sacar a colación un artículo de un célebre poeta de nuestros tiempos, que volví a leer hace poco, el que asegura que la obra de Cernuda está escrita movida por el odio. El artículo, titulado “Los rencores de Luis Cernuda”, dice lo siguiente:

El caso de Luis Cernuda es extraño, porque une la grandeza a la inseguridad, una obra importantísima a una capacidad desmesurada de odio. Aunque haya quien mantenga ingenuamente que sus desprecios y sus injusticias son fruto de la independencia moral, los rencores de Cernuda nos muestran a un individuo que necesitaba obsesivamente el reconocimiento de los demás, que dependía de los otros hasta unos límites desesperados. Siempre me ha llamado la atención que el autor de La realidad y el deseo, uno de los libros más importantes de la poesía europea del siglo XX, arrastrase a lo largo de toda su vida rencores de poeta menor, traicionando su propio orgullo con una dependencia rabiosa. Ya en un artículo de 1959, el poeta Tomás Segovia se mostraba sorprendido de que los rencores de Cernuda marcasen el rumbo de algunos de sus poemas: «nos habla de conocidos suyos o de su propia familia, haciendo gala de unos sentimientos que no tienen la fuerza de la maldad, la acidez del cinismo, el fuego de la rebeldía, sino sólo una falta, la falta de bondad y de luz del tendero cerril; que son lo que bien podemos llamar torpes sentimientos» (García Montero, 2002: 23).

Tras eso, García Montero continúa citando anécdotas y cartas que, según él, demuestran la profunda mezquindad de Cernuda con sus amigos y, en general, con la humanidad al completo.

Pero García Montero no es el único que se permite juzgar tan duramente –y de forma tan gratuita- el carácter del excelso sevillano. Otros, como Francisco Umbral, tienen el atrevimiento de escribir frases tales como “Cernuda era gran poeta y mala persona” (Umbral, 1994: 182).

Después -¡oh, ironías de la vida!-, me topo con un pseudoartículo de 2002 de uno de nuestros más “prestigiosos intelectuales”, el excelentísimo ex Presidente José María Aznar, autor de citas que lo han hecho más famoso en la DGT que al propio Stevie Wonder, como aquella de: “¿Y quién te ha dicho a ti que quiero que conduzcas por mí?”. Un pseudoartículo, decía, titulado “El retorno de Cernuda” –que suena a algo así como El retorno del jedi-, en el que ensalza la figura del poeta como defensor de una España de valores culturales, laicos, educativos y de libertad que resultaban utópicos en los años treinta. Y el autor de dicho artículo es un señor que se dedicaba a pactar con Rouco Varela para mantener adoctrinada a la población, que hundía socialmente a nuestro país y que creía en la educación y la sanidad para unos pocos, como bien demostraba en sus actuaciones políticas de privatización descarnada. Y sin embargo, se permite el lujo de adueñarse de las palabras de Cernuda para aderezar su discurso. ¡Viva la hipocresía! Pero en este país, al contrario de lo que debe pensar Aznar, algunos nos interesamos por la literatura, por la cultura, y disponemos de unos mínimos conocimientos que nos permiten declarar que, si Cernuda levantara la cabeza y oyera su nombre en los labios de semejante personaje, se reiría amargamente, con esa ironía grave tan suya, y escribiría algún poema donde lo pondría verde –y no lo escupiría a la cara porque era muy educado, que si no…

Pero que elementos ultraderechistas como Aznar apoyen su discurso con el nombre de Cernuda es solo un poco más inquietante que el hecho de que escritores que supuestamente se sitúan en un plano ideológico de izquierdas ataquen sin demostraciones verídicas la altura moral del sevillano. Es más, si lo hacen es porque no han leído bien a Cernuda, o porque no han sabido comprenderlo, igual que todos aquellos contemporáneos suyos que lo acusaban de antipático, de mezquino, de frío e insensible. Ya lo dijo el propio Cernuda en su poema “A un poeta futuro”, perteneciente a la obra Como quien espera el alba:

Ahora, cuando me catalogan ya los hombres
Bajo sus clasificaciones y sus fechas,
Disgusto a unos por frío y a los otros por raro,
Y en mi temblor humano hallan reminiscencias
Muertas. Nunca han de comprender que si mi lengua
El mundo cantó un día, fue amor quien la inspiraba

(2005: 341).

Efectivamente. Basta leer cualquiera de sus versos para percatarse de que no es odio, ni rencor, sino amor, el eje de la poética cernudiana. Un amor doloroso a fuerza de no ser correspondido, que se vuelve amargo y desesperanzado, que ataca a la concepción misma de la palabra ante la desesperación a la que conduce la soledad del yo poético. Y así, llegamos al Cernuda que afirma, con terrible convicción, que “la caricia es mentira, el amor es mentira, la amistad es mentira” (2005: 218). En una anotación de 1931, escribiendo para sí mismo, descubrimos la siguiente reflexión: “Me destroza esta lucha estéril, esta fuerza amorosa que no teniendo nada a que o a quien aplicarse se vuelve contra mí” (2002: 755). Y en esa reflexión podemos hallar la justificación de todos sus desaires, de las rabietas momentáneas que le llevaron a escribir cosas como:

No valía la pena ir poco a poco olvidando la realidad para que ahora fuera a recordarla, ¡y ante qué gente! La detesto como detesto lo que a ella pertenece: mis amigos, mi familia, mi país. No sé nada, no quiero nada, no espero nada.

Estas palabras fueron escritas por Cernuda a modo de autorretrato, acompañando a su fotografía, en la Antología de Gerardo Diego de 1931. El lector cernudiano primerizo quedará ligeramente sorprendido por ese “detestar” del poeta que alcanza a todo su mundo, de esa actitud de aparente desprecio universal. Aquel otro que se halle familiarizado con la obra de Cernuda, sin embargo, no podrá menos que sonreír y comprender que no se trata más… ¡que de una de las célebres rabietas de Luis! Porque el mismo Cernuda que escribió eso escribió también, en Una comedia inacabada y sin título, que “ningún sueño vale nada al lado de esa realidad que se esconde siempre y que solo a veces podemos sorprender” (2002: 489). He aquí un ejemplo de contradicción, porque en un momento pasa de detestar la realidad “y todo lo que a ella pertenece”, a idealizar una parte de esa realidad que para él se halla oculta. Es un Cernuda más reflexivo el que escribe la última frase, un Cernuda también más maduro, menos impulsivo. La realidad que a él le gustaría alcanzar –lo que llamó “deseo”- se le escapa de entre los dedos al perseguirla, y surge la amarga postura de la zorra de la fábula de Samaniego, que al no llegar hasta las uvas declaró, muy digna, “que, de todas formas, no estaban maduras”.

Luis Cernuda en Ronda, Málaga, septiembre de 1934


“El amor mueve el mundo” (2005: 113), escribió un jovencísimo Cernuda, allá por 1925, en su primer poemario, el malogrado e incomprendido Perfil del aire. Resulta paradójico que, siendo el amor la dimensión vital más importante para el poeta, también fuera la más inalcanzable. El sentimiento de absurdo, de impotencia, que impregnaría su existencia, unido a su natural timidez y a su hipersensibilidad, le conduciría a adoptar una fachada de frialdad, de antipatía teñida de amargura, de resignación ante la soledad. Y sin embargo, a lo largo de toda su obra seguimos sorprendiendo súbitos arrebatos de ternura, de nostalgia de un amor que siempre le fue negado. Los siguientes versos pertenecen a “Drama o puerta cerrada”, contenido en el poemario surrealista Un río, un amor:

Sólo sabemos esculpir biografías
En músicas hostiles;
Sólo sabemos contar afirmaciones
O negaciones, cabellera de noche;
Sólo sabemos invocar como niños al frío
Por miedo de irnos solos a la sombra del tiempo

(2005: 163).

Y es que Cernuda jamás dejó de ser, en el fondo, un alma infantil temerosa de la soledad, por mucho que le dedicara a ésta poemas maravillosos como aquel “Soliloquio del farero” (2005: 223), por mucho que tratara de afirmarse en su papel de misántropo resignado.

También en Una comedia inacabada y sin título encontramos una descripción de uno de los personajes protagonistas, Conrado, que constituye en realidad un autorretrato del poeta, una pista que Cernuda nos ofrece calladamente, para que seamos capaces de comprender la dimensión oculta de su compleja personalidad:

Te juzgan mal y sufres por eso. Eres de nieve por fuera y de llama por dentro. Quien te toca se hiela mientras tú te abrasas. No sabes querer y estás queriendo siempre; no sabes vivir y estás vivo. Tu sitio no está en ninguna parte; siempre desearás un lugar diferente. Eres el extranjero. Qué lástima… Tan guapo… Pareces de plata, que reluces en la noche (2002: 490).

La vida no sonrió a nuestro poeta, y cabe añadir a esto el carácter pesimista y desesperanzado que siempre le acompañó –y que no se debe achacar completamente a su condición homosexual, como parte de la crítica se empeña en sostener. Al final, acabó “yéndose solo a la sombra del tiempo” –al menos, en el plano sentimental-, cumpliendo su mayor temor, cuando en 1963 fue encontrado muerto, a causa de un infarto, en la casa de Concha Méndez, en México, donde pasó la última parte de su vida. Tenía, desde hacía menos de un mes, sesenta y un años.

He leído en muchos estudios sobre Cernuda –y estoy completamente de acuerdo- que toda su obra poética y en prosa es autobiográfica: se busca a sí mismo constantemente en cada uno de sus personajes, de sus palabras, de sus poemas. Por eso no acabo de entender cómo alguien que haya leído la obra cernudiana puede afirmar que odió o que fue “mala persona”, cuando él mismo se desnuda en cada texto y se presenta vulnerable, como siempre fue: tremendamente vulnerable y enfermo de tristeza, o nostálgico de imposibles. Leer a Cernuda con atención es también comprenderle: resulta imposible no hacerlo. Y comprenderle es sentir una oleada de complicidad, como quien escucha a un amigo íntimo, a un amigo de toda la vida. Eso es lo que él pretendía cuando, en “A un poeta futuro”, escribió:

Y alcanzar aquel muro del espacio
Separando mis años de los tuyos futuros.
Sólo quiero mi brazo sobre otro brazo amigo,
Que otros ojos compartan lo que miran los míos.
Aunque tú no sabrás con cuánto amor hoy busco
Por ese abismo blanco del tiempo venidero
La sombra de tu alma […]

Cuando en días venideros, […]
lleve el destino
Tu mano hacia el volumen donde yazcan
Olvidados mis versos, y lo abras,
Yo sé que sentirás mi voz llegarte,
No de la letra vieja, mas del fondo
Vivo en tu entraña, con un afán sin nombre
Que tú dominarás. Escúchame y comprende.
En sus limbos mi alma quizá recuerde algo,
Y entonces en ti mismo mis sueños y deseos
Tendrán razón al fin, y habré vivido

(2005: 341-342).

Cuando le escucho, cuando le comprendo como la amiga futura que tanto deseó, no puedo evitar preguntarme cómo hubiera sido la poesía de un Cernuda enamorado, y correspondido en su amor. Si de verdad a su amado “le hubiera dado el mundo”, como a aquel anónimo muchacho andaluz de su poema:

Te hubiera dado el mundo,
Muchacho que surgiste
Al caer de la luz por tu Conquero,
Tras la colina ocre,
Entre pinos antiguos de perenne alegría.

[…] Si el amor fuera un ala

(2005: 221).



RECURSOS:

AZNAR, José María (2002). “El retorno de Cernuda”. El Cultural.es.
CERNUDA, Luis (2002). Prosa I. Derek Harris (ed.). Madrid: Siruela.
CERNUDA, Luis (2005). Poesía completa. Derek Harris (ed.). Madrid: Siruela.
GARCÍA MONTERO, Luis (2002). “Los rencores de Luis Cernuda”.  Revista de Occidente 254-255, 19-37.
UMBRAL, Francisco (1994). Las palabras de la tribu. Barcelona: Planeta.

martes, 17 de enero de 2012

Oír campanas

Luis Cernuda en su exilio mexicano



No pretendo resultar monotemática, pero los medios deberían informarse bien antes de publicar cosas sobre Luis Cernuda. Menos mal que aquí estoy yo para corregirlos…

Hoy, la cosa viene a propósito de la polémica surgida con todo esto de la muerte de Fraga. Por una parte, aparecen los suyos elogiando sus virtudes como hombre democrático, entregado a su patria -¿¿democrático?? Por otra, salen a la luz una retahíla de perlitas que Don Manuel soltó a lo largo de su vida, como aquella tan célebre de “La calle es mía”. Y luego ya pasamos a mezclarlas con literatura; y como de literatura sabemos poco, y menos aún de la vida de los literatos, pues metemos la pata…

Así, mi madre me comenta que ha escuchado esta tarde por la radio -concretamente, en La Ventana, de Cadena SER- algo sobre que Fraga le negó a Cernuda el regreso a España para asistir al entierro de su madre. Intrigada, porque no me cuadraban las fechas, he indagado un poco en Internet para comprobar que mi madre se había enterado bien. Y, efectivamente, en decenas y decenas de blogs y medios digitales aparecía relatada la misma anécdota -incluidas páginas personales de reputadas escritoras.

Según dichos medios, en la década de los sesenta –no especifican año-, la familia de Luis Cernuda le pidió permiso a Manuel Fraga para que el poeta pudiera regresar a España desde su exilio mexicano –llevaba fuera de nuestro país desde 1938-, para poder asistir al entierro de su madre. La respuesta de Fraga, supuestamente, fue: "Que se quede donde está, ¡ya tenemos bastantes maricones en España!".

Ahora, yo pregunto: ¿cómo es posible que Cernuda quisiera asistir en los sesenta al entierro de su madre, si su madre falleció en 1928? A simple vista, se nos abren varias posibilidades: que Luis descubriera una segunda madre, que hubieran desenterrado los huesos de la buena mujer para proporcionarle un segundo entierro… O la tercera y más probable: que los medios se hayan colado. Porque Amparo Bidón, madre del poeta, falleció el 4 de julio de 1928, víctima de la llamada enfermedad por arañazo de gato, surgida por una herida que se infecta. El hecho fue un duro golpe para el joven Cernuda, que escribió: «Me dicen que ahora dejaré de ser un chiquillo. Poco me importaría serlo siempre con tal de que mi madre viviese. Ahora que la he perdido sé cuánto la quería.». Estas palabras están fechadas en 1928. Más claro, el agua.


Por otra parte, no dudo que la historia esté basada en un hecho real, y efectivamente Fraga se refiriera a Cernuda con palabras similares a las que le atribuyen. Mi modesta opinión es que algún medio –el primero que haya sacado a la luz todo esto-, ha oído campanas y no sabe dónde: se ha equivocado de muerto, por decirlo de una forma un poco cínica. Si recordamos que en 1960 –febrero y julio- fallecieron las hermanas del poeta, Amparo y Ana, podemos hacernos una idea de por dónde van los tiros. Seguramente, lo que ocurrió fue que Cernuda quiso asistir al entierro de una de las dos, en 1960, y en ese momento sería cuando Fraga le soltara su famosa perlita. Lo más probable es que se tratara de Ana, que tenía descendientes, y de ahí que la familia de Cernuda pidiera permiso para que asistiera al entierro de "su madre". Pero no la madre del poeta, ¡no! La madre de los hijos de Ana Cernuda...

Pero digo yo, ¿qué cuesta informarse bien antes de publicar informaciones falsas? Cuatro años de Periodismo, donde me han grabado con sangre eso de “el periodista debe contrastar fuentes”, para ahora ver que mis compañeros de profesión se limitan a oír campanas y a pensar que bueno, que sobre la vida de un escritor tampoco hace falta ser muy precisos, porque en general nadie la conoce… Por favor, que he llegado a leer por Internet: Corrían los años setenta cuando Cernuda quiso volver a España… ¿¿Los años setenta?? ¿Tanto cuesta meterse en Wikipedia y ver que Cernuda murió en 1962? Tengo la impresión de que mañana otro publicará que el poeta se negó a asistir al entierro de Fraga, porque este le llamó maricón. Igual que en el juego del teléfono escacharrado: de una anécdota real acaba construyéndose un absurdo. Y pensar que habrá tantas y tantas equivocaciones en los medios, y solo nos enteramos de una mínima parte…

sábado, 5 de noviembre de 2011

En favor de Luis Cernuda


VI

El mar es un olvido,

Una canción, un labio;

El mar es un amante,

Fiel respuesta al deseo.

Es como un ruiseñor,

Y sus aguas son plumas,

Impulsos que levantan

A las frías estrellas.

Sus caricias son sueño,

Entreabren la muerte,

Son lunas accesibles,

Son la vida más alta.

Sobre espaldas oscuras

Las olas van gozando.

.

Esta mañana, casualmente, se me ha ocurrido buscar en Google este poema de Cernuda, que aparece ordenado en sexto lugar en su famosa obra Donde habite el olvido. Cuál no sería mi sorpresa al descubrir que, en la primera página, aparecía a nombre de… ¡Jorge Guillén! Un fallo –pensé-: un pequeño fallo a la hora de etiquetar al autor… Con toda mi buena fe, he dejado un comentario corrigiéndolo, y he vuelto a Google.

Pero, ¡horror! En la siguiente página, también aparecía Guillén como autor, y en la siguiente, y en otra más… Algunas llevaban elaboradas desde 2006. He empezado a dudar de mí misma, al ver textos del tipo:

El Mar Es Un Olvido de Jorge Guillen. Este poema es parte de la obra literaria y Poemas Jorge Guillen Otros de sus poemas como La Caricia Adormece de Jorge Guillen – Los Fieles Amantes de Jorge Guillen […]

Confusa, he sacado mi ejemplar de Poesía Completa de Luis Cernuda, de Siruela, y he comprobado que el poema estaba ahí: idéntico, palabra por palabra, en Donde habite el olvido. El fallo no es mío.

¿Qué hubiera dicho Luis Cernuda, el extremadamente perfeccionista Luis Cernuda, si llega a enterarse de que una creación suya aparece públicamente a nombre de otro? Él, que se indignaba ante cualquier mínima incorrección; casi me parece oír su voz bramando desde un más allá inexistente, insultando a todos esos crustáceos que han osado equivocarse… Realmente, es una gran ironía. Y más irónico resulta aún que con quien se le confunda sea precisamente con Guillén, el poeta del que durante toda su vida trató de alejarse, desde que en 1927 gran parte de la crítica arrasara ferozmente con su primer libro, Perfil del aire, acusándolo de ser un plagio de Cántico. En 1948, Cernuda todavía sentía vivo el rencor en su corazón cuando publicó El crítico, el amigo, el poeta, un diálogo imaginario que le sirvió para exponer, uno por uno, sus contraargumentos a lo que se había dicho de su librito. Cernuda quedó tan traumatizado que, en ediciones posteriores de su poesía completa –recogida bajo el título genérico La realidad y el deseo-, modifica en gran parte el contenido de Perfil del aire, que incluso pierde su nombre para convertirse en un abstracto Primeras poesías. Visto lo visto, ¿cómo se hubiera sentido Cernuda si en 2011 todavía se le confunde con Jorge Guillén?

Dejando aparte las extravagancias del carácter cernudiano, creo que en este caso su indignación estaría bien justificada. No quiero con esto acusar a ninguna página en concreto, porque está claro que, después de que una haya cometido el fallo, las otras simplemente se han encargado de copiarla sin detenerse a comprobar el contenido con un libro del poeta al lado. Se trata, una vez más, del clásico error de no verificar las fuentes, que en ámbitos como el periodismo produce tan terribles consecuencias. Esto nos vuelve a demostrar que no podemos fiarnos nunca completamente de la información publicada en la red. Yo he descubierto esto hoy con Cernuda, pero quién sabe la de ejemplos que habrá donde ocurra lo mismo…

Volviendo a este caso concreto, también me extraña que nadie se haya dado cuanta aún, si en algunas páginas las publicaciones datan de 2006. Quizá es el aparentemente escaso interés que despierta la literatura clásica en nuestra sociedad –digo aparentemente, porque eso está por discutir. De cualquier forma, no pretendo con esto resultar pedante –de hecho, algunas de estas páginas de poesía las tengo en Favoritos-, sino reivindicar la autoría de Cernuda en este poema. Como escritora (aunque no reconocida), a mí me fastidiaría terriblemente un fallo tan absurdo pero tan increíblemente propagado. Cernuda ya no existe como tal para defenderse, pero aquí quedamos los defensores de su memoria…

Dejo aquí algunas de las páginas erradas:

http://amediavoz.com/guillenjorge.htm

http://www.poemasde.net/el-mar-es-un-olvido-jorge-guillen/

http://www.poesiaspoemas.com/jorge-guillen/el-mar-es-un-olvido

http://www.poemas911.com/poema-el-mar-es-un-olvido-jorge-guillen-poemas-de-amor/

http://www.vivir-poesia.com/el-mar-es-un-olvido/

http://www.artepoetica.net/Jorge_guillen1.htm

Esta me ha llamado especialmente la atención por tratarse del seminario de una fundación universitaria que, como vemos, ha cogido la información de una de las selecciones poéticas erradas, “A media voz”:

http://www.litesnet.com/guillen_jorge.htm

Es un ejemplo de cómo un pequeño error en una página puede llegar a instituciones más elevadas, como las universitarias…

martes, 4 de octubre de 2011

El poeta de dos caras


Acabo de leer que ayer se cumplió el 115º aniversario del nacimiento de Gerardo Diego (1896-1987), poeta y crítico de la Generación del 27. Abandonaré aquí la objetividad –si es que alguna vez la he alcanzado, aunque sea a medias- para confesar que se trata de la figura que menos simpatía me suscita de dicha generación literaria, siempre partiendo de mi enorme interés, en general, por este período.


Y sin embargo –curiosa contradicción- son precisamente dos versos de Gerardo los que dan nombre a este blog, pertenecientes a su poema Columpio, incluido dentro de su obra Imagen. Es esta obra, junto a Manual de espumas, las únicas que realmente salvaría de toda su trayectoria. Es posible que mi postura resulte presuntuosa y con alardes cervantinos –eso de quemar, metafóricamente hablando, todos los libros que no considero interesantes-; pero ya he anunciado al lector que en esta ocasión iba a pecar de subjetiva.

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COLUMPIO

A caballo en el quicio del mundo
un soñador jugaba al sí y al no

Las lluvias de colores
emigraban al país de los amores

Bandadas de flores

Flores de sí

Flores de no

Cuchillos en el aire
que le rasgan las carnes
forman un puente

No

Cabalgaba el soñador
Pájaros arlequines

cantan el sí

cantan el no


*El poema anterior es en realidad un caligrama, pero el sistema de edición de este blog no permite visualizarlo como tal.

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Imagen y Manual de espumas tienen en común que son sus obras puramente vanguardistas: en ellas encontramos ingeniosos caligramas que rayan en el ultraísmo –o creacionismo, también llamado por algunos críticos-, como acabamos de ver en Columpio. Pero en relación a la trayectoria de Diego, constituyen una magistral excepción, puesto que el resto de su poesía –la llamada tradicional- tiende al clasicismo: es el Gerardo archiconocido, el de El ciprés de Silos y el Nocturno. Estos que acabo de nombrar son, precisamente, dos de los más celebrados por la crítica. Yo, sin embargo, los encuentro anticuados si los enmarcamos en una época tan rica, vanguardísticamente hablando, como la Edad de Plata. Y tratando de no generalizar tanto, hay que reconocer también a Gerardo la originalidad de su poemario La fábula de Equis y Zeda, una curiosa mezcla de barroquismo y vanguardia. Esta vena tan alejada del resto de su poesía le viene dada seguramente por la influencia de quien fue su íntimo amigo, Juan Larrea, una de las figuras más importantes en la escuela del ultraísmo –que, recordemos, fue un movimiento que nació en España. El propio Gerardo Diego estuvo muy sumergido en dicha escuela, y colaboró en varias de sus revistas. Personalmente, considero una lástima que no hubiera desarrollado más esa faceta.

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Juan Larrea y Gerardo Diego


Dejando un poco de lado su estilismo poético, hay que decir que Gerardo Diego fue una figura algo particular en su entorno, en cuanto a que se alejó de la tendencia ideológica de la mayoría de sus compañeros de generación –me refiero, claro está, a los más conocidos. Es cierto que no fue el único que permaneció en España al terminar la Guerra Civil, pero sí el único absolutamente convencido de las ideas que regían la nueva dictadura, a pesar de que erróneamente exista la manía de dar por hecho que todo el que se quedó estaba de acuerdo con el franquismo, metiendo en el saco, por ejemplo, a Vicente Aleixandre, que de derechoso no tenía nada. Gerardo Diego, por el contrario, nunca ocultó su ideología. Son conocidos, por ejemplo, sus poemas dedicados a la Falange. Y entre unas cosas y otras, alguna enemistad más o menos consolidada se ganó, entre sus compañeros de generación. Y a esto le hemos de añadir los antiguos rencores nacidos de la selección de poetas para incluir en su famosa Antología poética de 1932 –hubo quien llegó a referirse a él como Gerardo, viejo cardo.

Sintetizando; Gerardo Diego fue un integrante un tanto especial de su generación; y un poeta de dos caras –desde luego, no se puede decir que siguiera un único estilo, puesto que pasaba de la vanguardia más atrevida al más tradicional de los clasicismos. Y a pesar de que no me sea simpático, he de reconocer su importancia en la historia de nuestra literatura. Era menester dedicarle al menos una entrada de este blog… Además de su título.

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